El joven fuengiroleño de 19 años que ha ingresado
en la prisión enclavada en nuestro municipio acusado de supuestos abusos y
corrupción de menores compañeros de instituto tiene acumulado en su
expediente hasta tres denuncias por hechos similares presentadas por
otras tantas supuestas víctimas, según afirmaron fuentes cercanas a
este caso.
De hecho, la Policía Nacional ha detenido en más
de una ocasión a este chico, que cursaba estudios del ciclo formativo de
grado medio con la especialidad en Instalaciones Eléctricas y
automáticas en el Instituto Ramón y Cajal de la localidad costasoleña.
La primera de esas detenciones tuvo lugar el
pasado mes de noviembre y la más reciente, tras la que las autoridades
judiciales ordenaron su ingreso en prisión, se produjo hace un mes. Las
mismas fuentes apuntan a que las tres supuestas víctimas, todos varones,
eran compañeros de instituto del presunto abusador así como que las
autoridades ya han dado por culminado el proceso de investigación.
Desde la dirección del centro educativo apuntaron
ayer que, «en cuanto se tuvo conocimiento de la primera de las
denuncias», desde el Instituto se alertó a la Delegación Provincial de
Málaga «para estudiar la posibilidad, incluso, de expulsar al joven, que
estaba matriculado en las instalaciones».
Sin embargo, «la legislación actual no contempla
esta medida», de manera que se optó por establecer un «protocolo de
vigilancia por seguridad para el resto de los escolares, que habría
estado funcionando durante los últimos seis meses, hasta que se produjo
la detención por parte de Policía Nacional».
Aunque no se han desvelado más detalles sobre cómo
se estableció este procedimiento de control, los responsables del Ramón
y Cajal aseguraron que «ha estado coordinado en todo momento con las
autoridades educativas de la Delegación Provincial y con los agentes
policiales».
La investigación de este caso se puso en marcha a
raíz de una alerta enviada por un estudiante del instituto, quien
aseguró que un alumno habría enviado fotografías de alto contenido
sexual a otro de sus compañeros. Durante la investigación, las pesquisas
revelaron que habría más de una víctima y que los afectados, incluso
habrían llegado a sufrir tocamientos en las dependencias educativas,
aprovechando los tiempos de descanso durante el recreo.
Y es que el 'modus operandi' del encarcelado se
basaba en amenazar a compañeros a los que presuntamente amenazaba con
agredir si no le hacían llegar imágenes con contenido sexual
protagonizadas por ellos mismos y que emplearía posteriormente como
chantaje para obtener más.
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